La pobreza en la escuela




Llevo ya muchos meses con este blog en stand by por motivos estrictamente personales. Esos motivos aún persisten, pero llevo tantísimos días dándole vueltas a un tema que me parece de una gravedad tan extrema que necesito ordenar todo aquello que veo y que me viene a la cabeza, para hacer una llamada de atención que considero absolutamente necesaria.
Hace un par de de semanas 158 niños y niñas fueron expulsados en mi ciudad del servicio del comedor escolar por impago de la cuota del mes en curso. Se llamó a sus familias a las puertas del comedor para que fueran a buscarles, y los pequeños cuyos padres no pudieron, comieron un bocadillo y agua en la biblioteca o en secretaría, separados de sus compañeros, del entorno seguro de las monitoras, y sin entender nada. Algunos de ellos tenían 3 o 4 años.
Enseguida me retrotraje a mi propia infancia y pensé en la vergüenza, en la humillación, en el desamparo. Creo que nunca sufrí una discriminación semejante, me acordaría. Pero sí hubo quienes la vivieron ante mi. No lo olvidan.
Casos los hubo variados: errores administrativos, avisos que no llegaron, imposibilidad de pagar, espera para poder completar becas (del 50 al 100 por cien), descuido, olvido... Entre todas esas razones ninguna es achacable a los niños. Ninguna. Si esto fuera una guerra dirían los periodistas que estos son los ineludibles efectos colaterales. La empresa tiene derecho a cobrar, claro claro. Está en riesgo su viabilidad económica (perdón, ¿seguro?).
En seguida pienso en las familias que con mucho esfuerzo sí pagan a tiempo; en el caso de tener tres hijos, más de trescientos euros. Están obligadas a ello porque trabajan, y no tienen disponibles a los abuelos. Detrás también hay historias, renuncias, y eso les lleva a reflexionar: si no pagan, está bien que se les eche.
Es duro oír, leer esas opiniones, cuando debajo de esos trabajadores pobres hay aún miles de personas aún más pobres, y en concreto, el 28 por ciento de la población infantil. El 28 por ciento. ¿Puede alguien negarme lo gordo que es eso?
Las evidencias no se acaban con ese capítulo tan triste y tan gris de un protocolo de expulsión sostenido y respaldado por el Ayuntamiento de mi ciudad. En las escuelas pasan más cosas, a diario, que tienen que ver con los impagos de cuotas y con la realidad socioeconómica de vulnerabilidad extrema de algunas familias en algunas escuelas de algunos barrios de la ciudad.
En ocasiones la directora de la mía se muda en el señor del frac para reclamar. "Su niña no podrá ir de excursión si no paga".
La gran injusticia, la gran contradicción de esa demanda me pone los  pelos de punta. ¿No son las excursiones obligatorias, porque forman parte del currículum? Pero a ver, ¿no es la enseñanza en primaria obligatoria? ¿Gratuita y universal? ¿Por qué entonces tenemos que pagar cuotas en la escuela pública, incluso en la concertada? ¿Por qué no hay becas? Y, por último, ¿por qué se discrimina a los niños? Yo he visto a una madre  darse la vuelta ante la negativa de la maestra, su hija no puede ir de excursión; me consta que la madre no tiene medios, que suplica, que no puede... No culpo a la maestra, ni a la directora; culpo a Ensenyament, a unos reglamentos y legislación y a una sociedad que le hace oídos sordos a la pobreza.
Mientras tanto, ¿cuáles son las consecuencias de todo eso? La escuela que debe preocuparse todo el rato por la búsqueda de recursos de los que, visto lo visto, no puede prescindir, es la escuela que no puede tirar de esos niños y niñas que no disponen de la famosa "mochila"; esa mochila lleva dentro un entorno socioeconómico favorable, familias con estudios, libros en casa, visitas culturales, apoyo a la hora de hacer los deberes, acceso a extraescolares... El éxito académico se debe en buena parte a eso.
Yo miro las estadísticas del departamento de Ensenyament acerca de mi escuela e interpreto lo que deben tener en sus cabezas: la igualdad de oportunidades, mejor la dejamos para mañana.
Y así hacen, de reducción en reducción de presupuesto. Cada vez dejamos más cosas en el camino.
Yo sé que hay muchas escuelas en mi ciudad que viven de espaldas a esa realidad que estoy describiendo. Y padres y madres que van a intentar averiguar a qué escuela van mis hijos para no matricular en ella a los suyos. Craso error porque la nuestra es una buena escuela, con excelentes maestras que trabajan duro para intentar soslayar todo ese panorama tan poco amable. Yo lo tacharía de titánico esfuerzo.
Y para todos los que piensen que todo esto no va con ellos, una reflexión: estos niños y niñas a los que vamos dejando en la cuneta, los adultos del mañana, qué futuro les espera? Y si es negro el futuro que les espera a ellos, no ocurre lo mismo con nuestra sociedad? Una sociedad con gente estigmatizada, desde pequeños, que tienen ante sí el estado inalcanzable de la prosperidad. Y no hay derecho a eso. No hay derecho.

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