Elogio del periodismo (o el porqué hay que seguir confiando en el periodismo y en los periodistas)

Nunca lo he ocultado: yo soy periodista vocacional. Decidí que me convertiría en periodista a los 11 años, una maestra de la escuela me hizo ver la luz. Siempre recordaré aquella conversación. Que yo haya sido tan insensata como para estudiar periodismo se debe en buena parte a aquella charla. Y digo insensata porque la nuestra es una de aquellas profesiones en las que, en nombre de la vocación, es fácil caer en la explotación, incluso en la autoexplotación. Es un trabajo en el que muchos hemos sido precarios, hemos hecho todas las horas extras del mundo sin pretender nada a cambio, y hemos tenido que aceptar de buen grado la precarización: nos venden que legiones de periodistas igual de vocacionales que nosotros pero mucho mejor formados están dispuestos a hacer el doble de nuestro trabajo por la mitad de sueldo, al menos al principio. Lo que deben tener en cuenta esas legiones, e incluso los capos de las redacciones, es que el periodismo se aprende en la calle, y ...