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Mostrando entradas de octubre, 2017

Elogio del periodismo (o el porqué hay que seguir confiando en el periodismo y en los periodistas)

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Nunca lo he ocultado: yo soy periodista vocacional. Decidí que me convertiría en periodista a los 11 años, una maestra de la escuela me hizo ver la luz. Siempre recordaré aquella conversación. Que yo haya sido tan insensata como para estudiar periodismo se debe en buena parte a aquella charla. Y digo insensata porque la nuestra es una de aquellas profesiones en las que, en nombre de la vocación, es fácil caer en la explotación, incluso en la autoexplotación. Es un trabajo en el que muchos hemos sido precarios, hemos hecho todas las horas extras del mundo sin pretender nada a cambio, y hemos tenido que aceptar de buen grado la precarización: nos venden que legiones de periodistas igual de vocacionales que nosotros pero mucho mejor formados están dispuestos a hacer el doble de nuestro trabajo por la mitad de sueldo, al menos al principio. Lo que deben tener en cuenta esas legiones, e incluso los capos de las redacciones, es que el periodismo se aprende en la calle, y

La violencia NUNCA tiene justificación

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Escribir cuando uno/a siente desconcierto y pesadumbre es ciertamente complicado, y más hacerlo en momentos tan complejos como éstos. Hablar del tema catalán desde dentro es como fundirte en una espiral de vivencias, convicciones y sentimientos que se agolpan quejumbrosos, reclamando su protagonismo. Llevo leyendo muchas cosas en las que puedo estar total o parcialmente de acuerdo; de hoy mismo destacaría a  Arturo Pérez-Reverte ,  Ignacio Escolar ,  el  Robot Pescador  (a los que replicaría con el contenido del libro  L'Oasi Català ),  Ada Colau  o incluso  Barbijaputa  (para compensar lo de Pérez-Reverte).Tenemos como punto de partida la historia, el relato de los acontecimientos        -sobre todo en los últimos diez años-, pero sobre todo los sentimientos de quienes tenemos alrededor, aquellos que desean para siempre desligarse de una nación de la cual sólo han sentido el desprecio, el ninguneo, la humillación.  Tras un análisis simple concluiríamos que los que más catalan