Elitistas versus populistas
Alguien dirá que nadie me ha dado vela en este entierro y les
confesaré una cosa: habitualmente huyo de las polémicas porque me parecen
estériles, y más que ser productivas suelen crear malos rollos innecesarios.
Pero esta vez (será porque lo de la candidatura a Capgròs y sus razones -lo de
apoyar fervientemente a los grupos de Terrassa- se me han subido a la cabeza)
me siento con la responsabilidad de, al menos, lanzar unas cuantas reflexiones
y preguntas al aire para que las valore quien corresponda.
Todo esto viene a colación de la polémica que ha surgido acerca de
la programación musical de Festa Major, y muy concretamente, por las voces en
contra a causa de la contratación del vocalista David Bustamante, por 47 o 48
mil euros.
He leído atentamente dos o tres veces la respuesta a modo de
balance del alcalde Jordi Ballart, y tengo varios “peros” con respecto a sus
afirmaciones.
De entrada diré que sí, que soy sospechosa de elitista, y que la
contratación de David Bustamante me ha parecido un desacierto. Dice el señor
Ballart que ha seguido los medios de comunicación y que de sus opiniones
concluye que el modelo funciona. Siento discrepar pero, al menos en algunos de
los casos que conozco, que seamos condescendientes con este modelo de Festa
Major no significa que estemos de acuerdo ni con el modelo, ni con algunas de
las decisiones.
Aquí el señor Ballart ha tocado hueso. Se trata de un tema muy
serio, por lo que en este punto voy a tener que extenderme; así que atentos.
Nos hallamos ante una crisis de la industria musical brutal, que
se prolonga desde hace años, con un sector discográfico prácticamente en
extinción o, al menos, en una fase de importante reconversión. La presencia de
la música en los medios de comunicación es prácticamente inexistente, nula en
el caso de la televisión, y una lista enorme de grupos que antes se ganaban
medianamente bien la vida (algunos de ellos de nuestra cantera, como D'Callaos)
tienen que conformarse ya no con vivir, sino con sobrevivir. Han cerrado salas
-una de ellas en Terrassa-, la subida del IVA ha sido criminal, la estocada
perfecta para un sector malherido... Artistas inmensos optan por la
autoproducción, otros vuelven a casa con apenas unos cuantos euros en el
bolsillo después de pagar a músicos, furgoneta, cenas, hoteles (lo explicaba,
sin ir más lejos, la gran Christina Rosenvinge en una entrevista). Se ha
extendido el "ir a taquilla", incluso entre los ayuntamientos (yo
misma lo he practicado cuando he programado, no sin remordimientos), cuando no
la taquilla inversa (pagas si quieres, y eso es lo que se lleva el artista.)
Reciente ha sido la polémica de aquel anuncio en el que a un grupo se le pagaba
con cervezas en un pueblo, basado en una historia real...
En todo este contexto, David Bustamante es un privilegiado: sale
por televisión y en prensa las veces que quiere, firma los contratos que le da
la gana y cada vez que hace un lanzamiento tiene asegurada una promoción
millonaria. Pues claro que la gente le quiere ir a ver, como al Rey o al Papa,
pero en la balanza pesan enormemente las razones extramusicales; en condiciones
normales, David Bustamante no sería nada más allá de un buen, y carismático,
cantante de orquesta. Y aquí le voy a dar la razón al señor Cesc Poch, que ha
sido uno de los que han alentado la polémica a través de las redes sociales;
hay muchos artistas a los que también arropa la industria que tienen el plus de
ser buenos compositores y músicos, que gozan de popularidad y que serían
igualmente bien recibidos en Festa Major.
En algún caso se ha reclamado una lista de cien artistas que
respondan a estas características. El departamento de Cultura del ayuntamiento
tiene entre sus filas a técnicos muy competentes, en cuyas manos intuyo que no
están las decisiones de mayor enjundia, que considero perfectamente capaces de
proponer un listado tan largo como el que se reclama al señor Poch.
Antes de que se me tache de elitista o de que me creo superior,
advierto que tengo el convencimiento de estar autorizada para hacer esta
afirmación porque, en primer lugar, soy una gran aficionada a la música y puedo
decir que he visto centenares y centenares de conciertos en mi vida. Y en
segundo lugar, porque no creo que se trate de una cuestión de gustos: la
política cultural debe apostar por el riesgo, por la calidad, por mantener el
equilibrio en la balanza entre creatividad y popularidad.
El propio Ayuntamiento de Terrassa lo hace, y con enorme acierto,
no sólo con el jazz sino con las programaciones del TNT, del Festival de Circ,
llevando la cultura a los barrios.... Y con el Espai Vapor de Festa Major, que
es de lo mejorcito que le ha pasado a la Festa Major en los últimos tiempos.
Con todo, me parece un poco aventurado decir que el modelo de Festa Major
"funciona", ni que sea por respeto a las minorías que querrían
cambios. En cualquier caso, fijémonos en Apple, en Google, en facebook... nadie
pone en duda que son modelos que "funcionan", pero al mismo tiempo,
sus gestores no paran de introducir novedades y nuevos algorritmos para hacer
mejor a aquello que ya "funciona."
Me adelanto a la posible respuesta; sí, el Jove ha cambiado de
emplazamiento, y sí, la Seu d'Ègara se ha añadido como escenario. Pero éstas
son las dos únicas novedades de calado, que además no tienen nada que ver con
el contenido, si acaso la encuesta de grupos emprendida por el Consell de Joves
y que se ha saldado con un resultado mejorable (no como idea, sino en su
funcionamiento). También se me recordará, como ha hecho el señor Amadeu
Aguado repetidamente, que la programación de Festa Major tiene un premio Arc.
Este comentario podría tener muchas consideraciones, como que el premio se
otorgó en un año en que hubo una programación menos brillante que la del año
anterior, en que también hubo nominación, pero la competencia era de mayor altura.
Pero ya que éste no es un hecho objetivo sino una opinión, diré además que un
premio no debería significar tener carta blanca para programar lo que sea, sino
al revés; un premio supone una carga de mayor responsabilidad que te obliga a
no bajar o, al menos, a mantener el listón tan alto como sea posible.
Y luego hay otro asunto, más peliagudo, y es el que atañe a la
contratación de sesenta y pico grupos locales. Y digo más peliagudo porque me
faltan datos, pero es una afirmación que se repite, ya desde el año pasado, y
que casi desde el principio me plantea una inquietante pregunta: ¿Aquí quién
hace el favor, los grupos a la Festa Major o la Festa Major a los grupos?
Repito, me faltan datos, por lo que voy a lanzar una serie de
preguntas a ver si alguien tiene a bien contestarme:
- ¿Cobran los sesenta y pico grupos un caché justo? Esto sería, ya
no su caché habitual, sino un mínimo de cincuenta euros por músico, dietas para
cenas, el gasto de furgoneta, las horas de ensayo...
- ¿En qué porcentaje estos grupos tocan a cuenta de las entidades
que colaboran con la Festa Major? ¿No ponen estas entidades o empresarios
privados dinero de su bolsillo? ¿No sería justo que el ayuntamiento se
repartiera las medallas con estas entidades, sin cuya colaboración este modelo
de Festa Major que "funciona" no sería posible?
-¿Cómo es que Doctor Prats ha tocado tres veces consecutivas en
Festa Major? No tengo nada en contra de Doctor Prats, al contrario; me parecen
un grupo buenísimo e ideal para la Festa Major. Pero me pregunto cómo se
sentirán aquellos grupos que sueñan con verse encima del escenario del Parc
Catalans, ¿no será para ellos un agravio comparativo?, y más con un grupo que
no tiene problemas para tocar, ni aquí ni en el extranjero.
- ¿No sería mejor contratar a menos grupos pero en mejores
condiciones, sin que se dé esa sensación de "relleno", y apoyar a esa
nutrida escena musical durante todo el año? Es muy bonito querer apoyar a los
grupos de Terrassa durante tres días, pero lo sería aún más hacerlo durante
todo el año. De momento tenemos la excelente programación del Terrassa Música
Moderna, de la que soy fan, con alguna presencia de grupos egarenses, junto con
un circuito una vez al año que se pasea por los barrios, y alguna cosa
esporádica más. El resto son programaciones de promotores privados que, con
mucho esfuerzo y cero subvenciones, programan cada semana a artistas locales;
hablo de Bau House, Ateneu Candela, Soul Pub, el Cafè de l'Aula, el Comanou,
The Cavern, Legends... En Terrassa hemos dejado morir a una de las mejores
salas de concierto de Catalunya, la única de la comarca, Faktoria d'Arts (por
cierto, también premio Arc.) De nuevo un promotor privado parece querer
salvarla.
Es natural que el consistorio
tienda al autobombo y a la autocomplacencia, pero no nos metan en el saco a
todos los demás: ni somos todos los terrassenses los que pensamos igual -ni
aunque sea de forma minoritaria-, ni todas las voces de los medios de
comunicación van en el mismo sentido, esto es, con ánimo de defender una
Festa Major que apuesta por encabezar su cartel con David Bustamante. No
señor.
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